PERSPECTIVA | No Podemos Permitirnos el Precio de Suzie Como Alcaldesa

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Como personas indocumentadas y organizadores comunitarios con profundas raíces en Long Beach, sabemos lo que está en juego para los trabajadores, inquilinos e inmigrantes de color con la actual carrera por la alcaldía entre Vicealcalde Rex Richardson y Consejal Suzie Price.

Habiendo vivido en la ciudad de Long Beach durante más de dos décadas, hemos vivido las implicaciones de tener políticos locales qué son racistas y xenófobos. Nuestra ciudad se convirtió en un centro de desalojos, una ciudad donde la duración de tu vida está determinada por tu código postal, y donde las familias son separadas por la deportación

Durante muchos años, todos nos hemos organizado contra estos problemas y hemos defendido, junto con otros miembros de la comunidad, políticas como la Ley de Valores de Long Beach, los botones de pánico para las trabajadoras de los hoteles, la protección de los inquilinos, el Fondo de Justicia de Long Beach y el acceso al idioma. Price no apoyó la mayoría de estas políticas, incluyendo el Fondo de Justicia de Long Beach – que ahora está trabajando para apoyar a las familias inmigrantes en peligro de deportación, un programa contra el que Price votó no.  

No podemos permitir que se convierta en la próxima alcaldesa de nuestra ciudad. 

Price ha votado y hablado en contra de las peticiones de nuestras comunidades, y se ha negado a sentarse a escuchar las necesidades de las comunidades de color. Ella utiliza muy intencionalmente su origen inmigrante para beneficio político, pero no ha hecho nada en apoyo de las familias inmigrantes en esta ciudad. Está claro para nosotros que nuestras comunidades no pueden permitirse tener una alcaldesa como Price, cuyo historial de votos nos muestra que no se preocupa ni escucha a las personas negras, indígenas y personas de color en Long Beach.  

Basándonos en nuestras experiencias como organizadores en nuestra ciudad, creemos que Rex es alguien a quien podemos exigir responsabilidades para hacer de Long Beach la ciudad que nuestras comunidades merecen. Fue el único concejal que respondió a la puerta cuando nosotros, junto con la comunidad, nos manifestamos frente a su casa mientras luchábamos por la protección de los inquilinos. Aunque Richardson no es un inmigrante, él se ha sentado con los residentes inmigrantes y ha escuchado las preocupaciones de los indocumentados que viven en nuestra ciudad. Long Beach necesita un alcalde que defienda a todos sus residentes, independientemente de su raza, género, sexualidad, ingresos y estatus migratorio. Necesitamos un alcalde que entienda que todos hacemos nuestra parte para que Long Beach sea lo que es hoy. En cuanto a la representación y el avance hacia la equidad, si es elegido, Richardson sería el primer alcalde negro del Distrito Noveno de Long Beach, una zona de Long Beach que a menudo está poco representada y desatendida. 

Tomisin Oluwole
Ode to Pink II, 2020
Acrylic and marker on paper
14 x 22 inches

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En Long Beach, donde tenemos un Consejo Municipal a tiempo parcial, el alcalde y sus designados tienen el poder y la influencia para crear o bloquear políticas y recursos de la ciudad que afectan directamente al bienestar y la recuperación de las comunidades negra, indígena, camboyana, latina, filipina, queer e indocumentada, y por eso nos tomamos esta carrera muy en serio y por eso apoyamos a Richardson para alcalde de Long Beach.

Como organizadores, también entendemos que votar es sólo una herramienta a nuestra disposición para influir en el cambio. Organizar a nuestras comunidades hacia la justicia sigue siendo nuestro objetivo final. Parte de nuestra meta al organizar es conseguir que la gente entienda lo que está en juego en las elecciones locales de la ciudad y el poder que tienen para elegir al alcalde de nuestra ciudad. 

Sabemos que el sistema electoral es defectuoso, hasta el punto de que el Estado nos ha negado a nosotros cuatro, junto con otros 11 millones de indocumentados, el derecho al voto. Sin embargo, creemos que es importante elegir a personas a las que podamos exigir responsabilidades y con las que podamos construir una mejor ciudad. Después de las elecciones, habrá mucho trabajo por delante para pasar de las palabras a los hechos. Seguiremos organizando y construyendo una ciudad que sea acogedora y equitativa para todos sus residentes. 

Puede que no podamos votar, pero nuestras voces son fuertes y claras durante estas elecciones: ¡No podemos permitirnos el precio de Suzie como alcaldesa! 

¡Vota el 8 de noviembre en apoyo de Richardson!

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[1] Militarily demobilized. Since WWII—which was both the death knell of European colonial empires as well as the starting shot of the American neocolonial era—Europe has had notoriously scant standing armies, and has been able to consistently slash government military spending domestically and as a percentage of their contributions to international diplomatic bodies such as the UN. This is because nowadays European nations very rarely find themselves in situations where they need to independently send their militaries abroad in order to secure trade routes, foreign resources, or privileges within markets overseas; the U.S. has been fulfilling that hard-power obligation for them for over half a century. The social results of Western Europe’s decreased militarization are striking, especially when contrasted with the U.S.: there is not a single country in Western Europe without universal healthcare, labor rights and welfare systems are strong, value is placed on corporate and financial regulation, environmental policy is lightyears ahead, and, not least of all, there is a robust governmental approach to curbing digital surveillance and reining in tech monopolies. Japan enjoys a similar arrangement with the U.S. in which it, too, is militarily demobilized yet is given full access to, and prominence in, the global economy. In the last decade there has been a reversing trend of remilitarization in some of these nations. That trend was hastened during the last four years as a result of Trump’s ultranationalist politics, but is likely to continue even after his departure in large part due to the growing bipolar geopolitical climate of competition between superpowers.

The “owner” bit of home-“owner” appears in scare quotes throughout the text for reasons that will shortly become apparent.

Nothing signals trouble quite like consensus.

More on them later.

And, anyways, what exactly remains “obvious” in an era “post-truth”?

I take as my starting position that even the “obvious” must be won.

It’s like Lenin said, you know…

Whether directly, or through a chain of investments, or through the wider speculative market in real estate.

I use “banks” in this piece as a stand-in for several sources of income that derive partly through the mortgaging of property and/or investment in institutions that have the power to mortgage property.

That is just its “ideology.”

The Ricardian “law of rent” explains that any location with an advantage over another location, can accrue an economic value, called “rent,” to the owner.

This happens without the owner needing to pitch in to create the advantage.

If the owner does pitch in, then the value accrued from that advantage cannot be called “rent.”

“Rent,” in economic terms, is only, precisely, the value accrued from that portion of the advantage for which the owner is not responsible. That is what we mean when we say, “Rent is theft.”

This does not mean places with lower property taxes ipso facto have higher property prices—and that is because the property tax is only one of the contributing factors. You could have zero taxes on land in Antarctica, for instance, and it would still sell for $0. This is why the introduction to the analogy controls for such variables.

This is the logical conclusion of believing two premises:

(1) All humans have an equal right to the Earth.
(2) Vaginal birth is a lottery system

Prop 13 is rent control for home-“owners.” You can learn more about its history and impact here.

“Hamlet” by William Shakespeare. Act 4, Scene 5

This is why the lobbyists who spend the most money to support the mortgage interest deduction are bankers, mortgagers, and realtors.

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